Mira el vídeo, no cierres los ojos ante el sufrimiento
ajeno. Posiblemente descubras en sus
miradas, el mismo dolor que trasluce el rostro de tu vecino o de ese hombre
anónimo al que has encontrado acostado en el cajero automático de la esquina de
tu casa, tal vez aquel niño en el regazo de su madre estirando la mano y
esperando por unas monedas tuyas.
“Tú, que te consideras cristiano, ¿alguna vez le has pedido
a Jesús que venga a morar en tu corazón?”
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