Para reflexionar
Guy tenía una pierna vendada y el perrito una de las
patitas envuelta en trapos.
Los dos caminaban a saltos. El perrito gruñía tal vez de
dolor y meneaba la cola tal vez de agradecimiento.
Nos caímos, Jacinto.
¿Y tú? Acércate. No se lo digas a nadie. Yo no tengo
nada. Me vendé sólo para consolarlo.
0 comentarios:
Publicar un comentario