Los consejos de una madre |
Ven para acá, me dijo dulcemente mi madre cierto día. (Aún parece que escucho en el ambiente de su voz la dulce melodía).
- Ven y dime qué causas tan extrañas te arrancan esa
lágrima, hijo mío, que cuelga de tus trémulas pestañas como gota cuajada de
rocío.
Tú tienes una pena y me la ocultas; ¿no sabes que la
madre más sencilla sabe leer en el alma de sus hijos como tú en la cartilla?
¿Quieres que te adivine lo que sientes? ven acá pilluelo,
que con un par de besos en la frente disiparé las nubes de tu cielo.
Yo prorrumpí a llorar. Nada le dije.
- La causa de mis lágrimas ignoro, ¡pero de vez en cuando
se me oprime el corazón y lloro!
Ella inclinó la frente pensativa, se turbó su pupila, y
enjugando sus ojos y los míos, me dijo más tranquila: -Llama siempre a tu madre
cuando sufras, que vendrá muerta o viva; si está en el mundo, a compartir tus
penas; y si no, a consolarte desde arriba.
Y lo hago así cuando la suerte ruda, como hoy, perturba
de mi hogar la calma, invoco el nombre de mi madre amada, ¡y entonces siento
que se me ensancha el alma!
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