Cuatro velas estaban ardiendo
calmadamente.
El ambiente estaba tan
silencioso que se podía oír el diálogo entre ellas.
· La primera dice:
Yo soy la Paz, y a pesar de mi
luz, las personas no consiguen mantenerme encendida.
En seguida, su llama,
lentamente, se apagó totalmente.
· La segunda dice:
Yo me llamo Fe!
Infelizmente soy superflua
para las personas.
Ellas no quieren saber de
Dios, por eso no tiene sentido continuar ardiendo.
Al terminar su charla, un
viento sopló levemente sobre ella, y la llama se apagó.
· Muy bajo y triste la tercera vela se manifestó:
Yo soy el Amor!
No tengo más fuerzas para
arder.
Las personas me dejan de lado,
porque sólo consiguen mirarse ellas mismas, se olvidan hasta de aquellos que
están a su alrededor.
Y también se apagó.
De repente, llegó un niño y
vio las tres velas apagadas...
- Qué es esto? Ustedes deben
quedar encendidas y arder hasta el fin.
· Entonces la cuarta vela habló:
- No tengas miedo, hijo.
Mientras yo esté encendida,
podremos encender las otras velas.
Entonces el niño tomó la vela
de la Esperanza y encendió nuevamente las que estaban apagadas.
Que la vela de la Esperanza
nunca se apague dentro de ti.
Ella es nuestra luz al final
del túnel.
El camino de la felicidad
precisa, antes, ser pavimentado con la esperanza...
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