- Ven y dime qué causas tan extrañas te arrancan esa
lágrima, hijo mío, que cuelga de tus trémulas pestañas como gota cuajada de
rocío.
Tú tienes una pena y me la ocultas; ¿no sabes que la madre
más sencilla sabe leer en el alma de sus hijos como tú en la cartilla?
¿Quieres que te adivine lo que sientes?
ven acá pilluelo, que con un par de besos en la frente
disiparé las nubes de tu cielo.
Yo prorrumpí a llorar. Nada le dije.
- La causa de mis lagrimas ignoro, ¡Pero de vez en cuando se
me oprime el corazón y lloro!.
Ella inclinó la frente pensativa, se turbó su pupila, y
enjugando sus ojos y los míos, me dijo más tranquila: - Llama siempre a tu madre cuando sufras, que vendrá muerta
o viva; si está en el mundo, a compartir tus penas; y si no, a consolarte desde
arriba.
Y lo hago así cuando la suerte ruda, como hoy, perturba de
mi hogar la calma, invoco el nombre de mi madre amada, ¡Y entonces siento que
se me ensancha el alma!.
Olegario Víctor Andrade
1 comentarios:
Nada mas que cierto, una flor en vida y una oración para ellas (mamita MARÍA) que desde el cielo nos esta cuidando.
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