-Papi, ¿Cuánto ganas por hora? – con voz tímida y ojos de
admiración, un pequeño recibía así a su padre al término de su trabajo.
El padre dirigió un gesto severo al niño y repuso:
– Mira hijo, esos informes ni tu madre los conoce. ¡No me
molestes estoy cansado!.
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– Pero papá- insistía el pequeño – dime por favor,
¿Cuánto ganas por hora? – La reacción fue menos severa. El padre solo.....
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