RAYOS DE SOL


Había un violinista que era pobre, pero que tenía un instrumento que siempre lograba encantar a quienes escuchaban su agradable melodía. Al tocarlo como sólo él podía hacerlo, siempre despertaba acordes en el corazón.

Al pedirle que explicara cuál era su encanto, él acostumbraba detener el violín en alto y, mientras acariciaba sus delicadas curvas, respondía: ¡Esta madera habrá absorbido tantos rayos de Sol, que eso es lo que sale de ella!


E. Townley Lord


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