Tien de Ts'i, con motivo de
unos festejos en honor de sus abuelos, invitó a un banquete a un centenar de
amigos. Uno de los invitados llevó como presentes peces y aves. Tien, cuando lo
vio, suspiró y dijo:
—¡Grande, en verdad, es la benevolencia
del cielo para con los hombres, puesto que ha creado en su provecho toda suerte
de peces y de aves!
Todos los comensales aplaudieron
estas palabras, con excepción del hijo de Pao, un niño de doce años, el cual,
dando un paso hacia delante, dijo:
—No soy de tu parecer, oh
señor. Todos los seres son iguales, de hecho no existen seres inferiores ni
seres superiores. Claro que, según el tamaño, la astucia y la fuerza, los
individuos luchan y se devoran recíprocamente, pero esto no quiere decir que
hayan sido creados los unos para provecho de otros. El hombre captura aquellos animales
de que puede alimentarse, pero, ¿es acaso el cielo quien ha creado los demás
seres vivos para su provecho? Los mosquitos viven succionando sangre humana;
los tigres y los lobos se alimentan de nuestra carne; ¿debemos por esto decir
que el cielo ha creado al hombre para provecho de estos insectos y de esos
animales?
Lieh Tze
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