Cuenta la historia, que un día Satanás fue a visitar a
Jesús al Jardín del Edén. Nada más encontrarse con Jesús, con tono de
presunción le dijo: Señor, ya tengo cautiva a toda la gente, bueno a la mayoría
de la gente en casi todos los países del mundo. Les puse trampas y tentaciones
de esas que yo sé que son irresistibles y los atrapé a casi todos.
Y ahora ¿qué vas a hacer con ellos? Le preguntó Jesús.
Me voy a divertir mucho con ellos. Ya lo tengo todo
preparado. Después de que se casen y pasen unos años, voy hacer que se
divorcien. Así, además de hacerles daño a ellos y a sus hijos, impido que la
familia, que es la base de la Humanidad, siga adelante.
Para otro grupo de personas, tengo otros planes. Haré que
se odien unos a otros, que se sientan solos, abandonados y no queridos hasta el
extremo que busquen consuelo en el alcohol y todo tipo de drogas.
A unos pocos, les enseñaré a inventar armas destructivas
y provocaré conflictos para que se maten unos a otros. ¡Realmente me voy a
divertir!
Y cuando ya te canses de jugar con ellos, ¿qué vas a
hacer? No sé, los mataré a todos y sus almas serán mías para siempre.
De pronto Jesús le preguntó ¿Cuánto quieres por todos
ellos?
¿Me lo preguntas en serio? respondió Satanás. Tú no
puedes querer a esta gente. Ellos no son buenos.
Tú los quieres comprar cuando ellos ni te siguen, ni te
quieren. Muchos te odian, les he visto escupirte, maldecirte y hasta negarte.
La verdad es que me quieren mucho más a mí. Tú no puedes amar a esa gente.
¿Cuánto? Preguntó de nuevo Jesús.
Satanás lo miró con cara de pocos amigos. Todas tus
lágrimas, toda tu sangre y todo el dolor del mundo entero.
Jesús miró a Satanás fijamente y dijo. “HECHO”.
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