No salgas de la infancia apresuradamente.
Luego querrás recuperar esos años.
No entres a la adolescencia convencido de que dominarás al mundo.
La vida te llevará por caminos que todavía no sospechas.
No salgas de la adolescencia desperdiciando tu juventud.
La juventud pertenece a todos, pero no es de nadie, ni en nadie queda.
No entres en la madurez creyendo que has vencido todas las etapas y que el triunfo llegará mañana.
La felicidad, único triunfo, se encuentra en disfrutar todas las etapas de un camino, no al final de la ruta.
No recorras la madurez sin crear un tesoro del espíritu.
Los tesoros de la tierra no son herencia para tus hijos.
No salgas de la madurez convencido que has triunfado.
Tu triunfo lo medirá el recuerdo que dejes.
No salgas de la madurez creyendo haber sido derrotado.
Algo habrás dejado por pequeño que sea.
No entres a la vejez creyendo que el destino te ha sido adverso.
Has sido tú quien lo ha elaborado.
No salgas de la vejez sin entregar tus consejos.
Otros infantes, otros adolescentes, otros maduros y otros mayores te han mirado y querrán imitarte.
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