Si en Dios debo creer
no es por los hombres ni los profetas,
es por la mujer que creó tan perfecta.
El hombre fue creado del lodo
lo más ínfimo de la tierra,
la mujer de la más bella expresión
de la naturaleza más generosa.
Escultor de belleza, con la mujer
te esmeraste, sacando de las espinas
una preciosa rosa con delicados aromas.
En un mudo de lágrimas, penas y sufrimientos,
tu amor inmensurable con el mejor don nos divinizaste, creando la más sublime belleza, en la mujer espléndida de todos los dones suspirado por los hombres.
Creador inteligente, sabías muy bien de nuestro gozo, de la muerte de nuestra penas, dolor y sufrimientos, y de tu amor salio el ser más hermoso de la creación, que como madre, hermana, amiga, compañera y amante, creaste el jardín más bello en tu diversidad de colores.
La mujer que por ellas sabios y poetas, todos suspiran sus favores, sus cuerdos consejos, su serena
inteligencia, su sensatas decisiones y su volcán de pasiones para que el hombre aprenda a sujetar su agresiva
brutalidad.
Mujer de blanca alma, y de bellas formas corporales
brillas como la luna en la ceguera del hombre animal,
como faro disipas tinieblas en las noches oscuras de
tristeza, diosa divinizada que te hallas calmando ardores de tierra
seca.
Si debo creer en Dios, no será por hombres ni profetas, sino por la mujer que de tu mente creaste tan perfecta, ayuda idónea nos mandaste, compañera que sosiega penas,
nunca esclava del hombre, ni inferior en sus
conocimientos que por ser tan generosa, en sacrificio de amor se
somete.
Ningún hombre merece que una mujer sufra malos tratos, ni por amor ni piedad, eso no es más que sujetarse a los crueles ultrajes del hombre, de su cuerpo y de su alma.
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